Metas, proyectos y presupuesto

Las metas de ahorro

¿Para qué ahorras? Aquí es donde cualquier intento de organizar tu futuro financiero debería comenzar. Al fin y al cabo, si no sabés por qué estás haciendo algo, lo más probable es que no lo hagás. El punto no es ahorrar porque sí, sino ahorrar para cumplir tus objetivos.

Por ejemplo, podés decidir ahorrar para consumir en el futuro aquello que no podés comprar hoy por no tener el dinero suficiente. O tal vez podés ahorrar para tener una reserva para imprevistos. ¿Qué sucedería si de repente tuvieras que pagar mucho dinero junto de forma urgente? Por último, también podés ahorrar porque esperás ganar dinero con tus ahorros. Invirtiendo tus ahorros, asumiendo un riesgo, podrías tener más dinero en el futuro.

En cualquier caso, es conveniente que te formulés metas de ahorro. Las metas de ahorro son una cantidad de dinero a la que esperás llegar en un tiempo determinado, para cumplir con tus objetivos. Si son claramente formuladas, actuarán como incentivos para que ahorrés habitualmente.

No deberías perder de vista que tus objetivos deben ser, ante todo, realistas y concretos. ¡No es realista pensar que vas a poder comprar una casa ahorrando durante tan solo 1 año! Preguntate también qué acciones harás para alcanzas tus objetivos, y en cuánto tiempo estimás lograrlos.

Corto plazo: hasta 1 año. Ejemplo: ahorrar para comprar ropa o calzado.

Mediano plazo: entre 1 y 3 años. Ejemplo: ahorrar para comprar bicicleta o una consola de video juegos.

Largo plazo: más de 3 años. Ejemplo: ahorrar para comprar un auto o una casa.

Deberías preguntarte, ¿cuándo voy a ahorrar? ¿Todas las semanas, una vez al mes, cuando me acuerde? En los casos que las metas son a largo plazo (por ejemplo, ahorrar para comprar una casa) los especialistas sugieren que el ahorro debe considerarse como un gasto fijo mensual más. Es decir, recomiendan separar el dinero para el ahorro en el mismo momento en que se reciben los ingresos. A esto le llaman “pagarse a uno mismo”.

Consejo: ¡Pagate a vos mismo primero!

Tratá tus ahorros como gastos fijos como si pagaras un alquiler o la cuota de un auto. Fijá tu meta de ahorros y, según sean tus ingresos, ajustá tus gastos para lograrla.

Elaborá un proyecto y alcanzá tu meta

Ya tenés tu meta, ¿Y ahora qué? Empezá por aprender información básica sobre finanzas y utilizá tu sentido común y conocimientos para luego actuar.

Te sugerimos algunos pasos elementales.

1. “Tomá las riendas” de tus finanzas.

¿Cómo podés hacer esto? Empezá con una estrategia básica. Anotá tus ingresos y gastos por un mes. Podés realizarlo tanto con papel y lápiz, aunque lo más conveniente es aprovechar la tecnología. Podés armarlo en una hoja de cálculo en tu computadora o a través de aplicaciones para celulares.

2. Creá un presupuesto.

Hacé una lista de tus ingresos y de tus gastos con lo que registraste el mes pasado. Luego restá tus gastos de tus ingresos. Si tenés dinero sobrante, elaborá un plan de cómo lo utilizarás. Esto se llama presupuesto. Realizalo cada mes. Al igual que el control de tus ingresos y gastos, podés aprovechar la tecnología para crear tu presupuesto. Existen muchas aplicaciones para celulares que te harán el trabajo más fácil.

3. ¡Intentá cumplir tu presupuesto!

¡Que tu presupuesto no sea letra muerta! ¡No olvidés revisar periódicamente tus objetivos! Si fueron muy ambiciosos, podés revisarlos a la baja. Si observás que tenés un margen de ahorro mayor, tal vez podrías alcanzar tu meta antes. ¡Lo más importante es el hábito! Más que ahorrar mucho, los expertos indican que la clave está en ahorrar frecuentemente.

Todo lo que querías saber sobre tus gastos

Para armar tu presupuesto es fundamental que conozcas tanto tus ingresos como tus gastos. ¿Que tenés que saber sobre los gastos? Para empezar, los gastos pueden ser de dos clases.

• Fijos, son los gastos que se mantienen relativamente estables durante un largo período. Por ejemplo, el pago del alquiler o la hipoteca, impuestos de propiedad, seguros, pagos de préstamos, etc.

• Variables o flexibles, que cambian de un mes a otro y dependen de cuánto consumamos. Por ejemplo, el pago de servicios públicos, alimentos, transporte, entretenimiento, etc.

Lo recomendable es tratar al ahorro como un gasto fijo. De esta forma, tu cuota de ahorro puede ser un gasto fijo en cantidad (ej: ahorrar $1000 por mes) o fijo en porcentaje (ej: el 10% de tus ingresos).

También podemos dividir los gastos según su importancia.

• Imprescindible, son los gastos que son inevitables y son imprescindibles de hacer. Es decir, su pago no puede postergarse bajo ningún concepto. Por ejemplo, la medicación en una enfermedad crónica, el alquiler, etc.

• Necesario, son los gastos que hacemos frecuentemente y necesitamos para vivir, pero podemos reducir o racionalizar. Por ejemplo, la vestimenta, los alimentos, etc.

• Evitable, son los gastos que hacemos para “darnos un gusto” como ir al cine, cenar en un restaurante o hacer un viaje, que sí es posible reducir.

Siempre tené en cuenta que, sobre el mismo gasto, no importa su naturaleza, es muy habitual que haya opciones de precios para decidir que se ajustan a nuestro presupuesto.

¿Cómo podés evitar los gastos innecesarios?

• Llevá sólo el dinero necesario en tu billetera.

• Controlá el uso de la tarjeta de crédito.

• Registrá cada gasto que realicés, en especial con la tarjeta de crédito.

• Recordá a menudo cuáles son tus objetivos de ahorro.

• Hacé una lista de lo que tenés que comprar, así evitarás las compras compulsivas.

• Compará precios antes de comprar.

• Pagá tus cuentas a tiempo, así evitarás recargos o intereses, interrupción en los servicios, etc.

• Llevá una vianda a la escuela o al trabajo (al menos uno o dos días a la semana).

• Usá cupones de descuento.

• No comprés ofertas de productos que no necesitás.