Presentación de Demian Reidel en la 37° Convención Anual IAEF

En el marco de la 37° Convención Anual IAEF De la Coyuntura a un Modelo de Desarrollo Sustentable, Demian Reidel, Vicepresidente 2°, formó parte del panel La Visión de la Banca junto con Guillermo Cerviño, Presidente del Banco Comafi; Antonio Estrany y Gendre, Vice Chairman Global Banking HSBC Bank Argentina y Daniel Tillard, Presidente del Banco de Córdoba, pautado para las 16:00 a 17:00 del jueves 29 de septiembre.

“Buenas tardes y muchas gracias por la invitación a participar de esta convención anual del IAEF, cuyo foco es la transición de la coyuntura a un modelo de desarrollo sustentable. En este panel en donde discutiremos la visión de la banca sobre este proceso, quiero resaltar algunos de los cambios estructurales que el Banco Central ha implementado y el impacto que estos cambios tendrán sobre el futuro del sistema financiero argentino. En este momento en el que la Argentina vuelve a integrarse al mundo, estabiliza su situación macroeconómica y busca atraer nuevas inversiones, el sistema financiero debe transformarse profundamente para cumplir su rol de sustento del crecimiento. Hoy los depósitos domésticos del sector privado representan apenas 15% del PBI, comparado con niveles de cerca de 60% para algunos de nuestros países vecinos. Lo mismo pasa con el crédito, que es apenas 12% del PBI mientras que este ratio suele exceder el 100% para países desarrollados. Estos valores tan bajos muestran que el rol del sistema financiero de transformar ahorro en inversión se encuentra prácticamente parado. Esencialmente, los bancos en la Argentina hoy cumplen un rol meramente transaccional, son una suerte de gran chequera. ¿Cómo llegamos a esta situación? ¿Qué hemos hecho distinto al resto de la región, que hemos tenido resultados tan diferentes? Y, más importante aún, ¿qué podemos hacer para revertir el curso? Para poder aumentar el nivel de crédito, es necesario atraer depósitos y para esto es necesario proveer una tasa de retorno razonable al ahorro. ¿Cuál debería ser esta tasa de retorno? La Argentina ha experimentado varios períodos de inestabilidad macroeconómica en su historia, por lo que probablemente esta tasa debería incluir una prima de riesgo, un poco de retorno extra para compensar al ahorrista por estos riesgos. Hagamos un poco de historia y veamos cuánto fue esta prima en el pasado más reciente. Si un ahorrista, llamémoslo Juan, hubiese invertido hace 30 años cien pesos en un plazo fijo (y como Juan es bastante avispado, supongamos que logró esquivar alguna que otra confiscación de depósitos), ¿cuántos pesos tendría hoy? ¿Cuánto retorno extra ha ganado Juan por tener su dinero en el sistema financiero doméstico? Pues a Juan hoy sólo le quedan un peso y medio. En 30 años, el retorno total a su capital ha sido de -98,5%. Quizás no es sorprendente, dado lo maltratado que ha quedado el pobre Juan, que decida poner en depósitos lo mínimo indispensable como para pagar sus cuentas y quizás hacer funcionar su negocio. En otras palabras, la banca se convierte en un vehículo meramente transaccional. Los ahorristas domésticos han enfrentado sistemáticamente una tasa de interés real negativa que ha erosionado el valor del ahorro a través del tiempo. Una de las medidas más importantes que ha tomado el Banco Central es precisamente cambiar esta lógica e instalar una tasa de interés real positiva a través de sus herramientas de política monetaria. Como saben, al poco tiempo de haber levantado el cepo -permitiendo a los ahorristas la libre compra y venta de divisas- el Banco Central, además, cambió su manera de implementar su política monetaria, pasando del control de la cantidad de dinero a fijar la tasa de interés de mercado. De esta manera, los agregados monetarios dejaron de ser controlados directamente por el Banco Central y la cantidad de dinero se transformó en endógena, es decir controlada directamente por el mercado. Al mismo tiempo, esta tasa de interés pasó a ser positiva en términos reales, estableciendo condiciones necesarias para el crecimiento de los depósitos, materia prima para el desarrollo del crédito doméstico. Ahora bien, tener una tasa de interés real positiva no es suficiente para que vuelva el ahorro doméstico. Otro de los elementos fundamentales para el desarrollo del sistema financiero doméstico, del crédito y en general de los mercados de capitales, es la estabilidad macroeconómica. En particular, el mandato principal del Banco Central es la estabilidad monetaria y, para eso, ha establecido un régimen formal de metas de inflación. Justamente a principio de esta semana, hemos presentado a la población este nuevo esquema, que no solamente define las bandas de inflación objetivo, sino que también explica la nueva estructura operacional para implementarlas. ¿Por qué elegimos este sistema? Si bien es un esquema relativamente nuevo, siendo adoptado por primera vez en Nueva Zelandia en 1990, hoy hay cerca de 30 países, tanto desarrollados como emergentes, que lo utilizan. En el caso argentino, nuestra implementación del sistema proyecta bajar la inflación a nuestro objetivo de 5% en 2019. Para ello, definimos bandas anuales durante la transición. Estas bandas son de 12% a 17% para el 2017, 8% a 12% para el 2018 y 5% para los años subsiguientes. A esto le sumamos un objetivo intermedio de inflación de 1,5% mensual para el último trimestre de este año. Una de las ventajas de este régimen es que facilita la coordinación entre agentes económicos, dado que da cierta previsibilidad al proceso inflacionario. Como mencioné antes, al utilizar la tasa de interés como herramienta, el Banco Central deja de controlar los agregados monetarios. Esto es una ventaja, dado que las variaciones (muchas veces difíciles de estimar) en la demanda de dinero llevaban a una alta volatilidad de tasas de interés y de actividad. Como dijera John Crow, ex presidente del Banco Central de Canadá, “nosotros no abandonamos a los agregados monetarios, sino que ellos nos abandonaron a nosotros”. Como parte integral de esta reforma, el Banco Central de la República Argentina no sólo anuncia explícitamente sus objetivos, sino que comunica su visión y sus acciones en forma transparente y luego rinde cuentas frente a la sociedad sobre el cumplimiento de esos objetivos. Esperamos que Juan se sienta más seguro y protegido en estas condiciones. En cuanto al primer año completo bajo metas de inflación, el 2017, las expectativas de inflación todavía no se encuentran dentro de nuestra banda objetivo. El Relevamiento de Expectativas de Mercado (REM) del BCRA muestra expectativa de inflación nivel general de 19,8% y núcleo de 17,9%. Esta diferencia de casi tres puntos porcentuales entre la expectativa hoy, 19,8%, y el tope de la banda de 12% a 17%, muestra que todavía tenemos trabajo por delante. En nuestro último comunicado de política monetaria (http://www.bcra.gov.ar/Institucional/DescargaPDF/DownloadPDF.aspx?Id=212) explicamos qué estamos haciendo para ir eliminado esa diferencia y llegar a nuestros objetivos. Aquí me gustaría recapitular por un momento, y analizar la compatibilidad de estos dos grandes temas: el desarrollo del sistema financiero y la lucha contra la inflación. Afortunadamente, ambos objetivos requieren una tasa de interés real positiva: ya hemos discutido cómo ésta fomenta el ahorro y permite el crecimiento del crédito. Esa misma tasa es la que permite generar un proceso de desinflación consistente con nuestras metas. El impuesto inflacionario es uno de los impuestos más regresivos, cuya carga recae principalmente entre los que menos tienen. Es por eso que el BCRA trabaja sin pausa para reducir la inflación, a fin de lograr un mayor desarrollo con equidad social. Sin embargo, la caída de la inflación generará una compresión de márgenes en el sector financiero. La diferencia entre las tasas activas y las tasas de fondeo, particularmente en cuentas de depósitos a la vista, se achica cuando baja la inflación. Esto implica que los bancos deberán encontrar nuevas fuentes de negocio (por ejemplo, el crédito hipotecario que hoy es prácticamente inexistente en el país) y que además deberán mejorar la productividad y eficiencia de todas sus actividades, proveyendo un mejor servicio para la sociedad. El Banco Central participa de este proceso de transformación, a través de cambios regulatorios que permiten mejoras de eficiencia en todo el sistema. Quizás algunos ejemplos sirven para ilustrar este punto: el BCRA ha permitido el depósito de cheques electrónicamente a través de un celular. Esto no solo ahorra costos de almacenamiento, sino que evita que la gente tenga que acudir a las sucursales, ahorrándole tiempo tanto al cliente como al banco. Hemos prácticamente eliminado el trámite de aprobación de sucursales bancarias, limitándolo a una mera notificación. Además, hemos reducido los requisitos edilicios y estimulado la creación de agencias móviles y dependencias automatizadas, para lograr una mayor inclusión financiera en regiones más remotas del país. También hemos flexibilizado la normativa referida a las transportadoras de valores para minimizar los costos de transacción relacionados a estas actividades. El BCRA ha incentivado la digitalización de todos los expedientes y legajos del sistema financiero, incluyendo la misma apertura de cuentas de manera digital, con el objeto de agilizar los procesos. Los cambios regulatorios relacionados a medios de pago merecen un capítulo aparte por su importancia, pero baste mencionar la nueva normativa que establece la plataforma de pagos móviles. Esta permitirá que cada vez más transacciones se canalicen a través de dispositivos móviles, como celulares y tabletas, que se convertirán en verdaderas billeteras electrónicas con las cuales se podrá pagar en comercios y a individuos. Estos son solo algunos ejemplos de los grandes cambios regulatorios que el BCRA ha impulsado en los últimos meses, no únicamente en su manejo de política monetaria sino también en la infraestructura financiera. Este círculo virtuoso de estabilidad macro, crecimiento y mejoras de eficiencia del sector financiero, permitirá una economía más predecible, en la que habrá más acceso al crédito y, por lo tanto, más facilidad para el desarrollo de la actividad pública y privada. Una de las grandes ventajas de dicha estabilidad es la posibilidad de crear una curva de rendimientos de largo plazo en pesos. Sin ir más lejos, el gobierno está a punto de emitir un bono a cinco años con tasa nominal en pesos, con lo cual este proceso ya se ha iniciado. A través de la creación de esta curva, tendremos nuevamente un mercado de bonos corporativos más líquido y eficiente, con la consiguiente reducción en el costo de fondeo para las empresas. El mismo BCRA anuncio un cambio al esquema de licitaciones de LEBACs para que la curva de corto plazo provea mejores indicaciones de rendimientos al mercado. Por último, estamos trabajando para facilitar el desarrollo del mercado de derivados. A partir de la eliminación de las últimas restricciones cambiarias, hemos eliminado la prohibición de concertar derivados con entidades del exterior. Asimismo, queremos fomentar el desarrollo de un mercado interno de derivados, para lo cual hacen falta algunas mejoras a la ley de mercado de capitales y para lo cual colaboramos con distintas entidades del sector público, como la Comisión Nacional de Valores. El desarrollo de un mercado de derivados es esencial para poder distribuir eficientemente los distintos componentes de riesgo de un activo financiero. De esa manera, los tenedores de cada uno de esos componentes serán aquellos que estén naturalmente posicionados para ello, mejorando la asignación de riesgo en general en la economía. Por ejemplo, a través de un mercado de pases de tasas de interés fija versus flotante, un emisor puede convertir un bono de tasa fija en flotante y viceversa, enfocándose entonces en conseguir el mejor precio independiente de la estructura de tasa que más le convenga. Es difícil imaginar las posibilidades de cobertura de riesgo que la creatividad en la creación de estos mercados puede brindar a la economía. Creo que los ejecutivos de finanzas tienen un rol muy importante para jugar durante esta transformación. Ustedes tienen tanto la oportunidad como la responsabilidad de aprovechar el crecimiento de estos recursos en un entorno de estabilidad, para asignarlos de la manera más eficiente, generando nuevos negocios y haciendo crecer los existentes. De esta manera, la economía crecerá y generará más empleo y todos podremos disfrutar de una sociedad no sólo más próspera sino también más justa. Muchas gracias.”

Más información sobre la 37° Convención Anual IAEF | http://www.iaef.org.ar/convencion/2016/site/

29 de septiembre de 2016

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