Guido Sandleris en la Conferencia Anual de FIEL

Jueves 26 de septiembre de 2019. El presidente del Banco Central, Guido Sandleris, cerró con su discurso la Conferencia Anual de la Fundación de Investigaciones Económicas Latinoamericanas (FIEL). El evento se realizó en la Bolsa de Comercio de Buenos Aires.

A continuación, su discurso:

Buenas tardes. Muchas gracias Daniel y gracias también a todo el equipo de FIEL por la invitación a participar en este evento.

No es este un momento fácil para nuestro país. Es en tiempos como este donde los desequilibrios macroeconómicos acumulados por años tienen impacto palpable en la vida cotidiana de la gente. No contamos con un anclaje nominal fuerte que impida que una depreciación de la moneda se traslade inmediatamente a precios y deteriore el salario real. No edificamos la confianza necesaria para tener un mercado local estable de deuda pública y privada. No construimos un colchón de ahorro público que ayude a suavizar el nuevo sudden stop que estamos viviendo.

Luego de un año difícil, las últimas semanas han sido especialmente complejas.

Todos los que estamos acá conocemos la sucesión de eventos del último mes y medio. Las resumo: las PASO, el salto en el riesgo país, la depreciación, el reperfilamiento y el control de cambios.

El domingo 11 de agosto a la noche la reacción de los mercados al resultado electoral fue contundente. El precio de los bonos comenzó a caer y el tipo de cambio a subir esa misma noche en los sitios online y continuó haciéndolo al día siguiente.

Hay interpretaciones muy divergentes sobre lo que pasó. Una interpretación enfatiza el detonante que significó el resultado de las PASO, culpando al mismo de la sucesión de eventos que mencionaba.

Otra interpretación pone el énfasis en la debilidad que presentaba nuestra economía para enfrentar la incertidumbre electoral.

Estas dos visiones no son excluyentes. El comportamiento de numerosas variables clave (desde el riesgo país a los datos de alta frecuencia de inflación, desde el tipo de cambio a los depósitos en dólares) es bien distinto pre y pos PASO.

Pero una economía más sólida hubiera sufrido mucho menos el impacto de la incertidumbre electoral.

Quiero enfocarme en este último punto. ¿Por qué Argentina no ha podido construir una economía sólida, competitiva, que crezca en forma sostenida y con baja inflación? ¿Qué enseñanzas nos deja este período que estamos viviendo?

Las dificultades económicas de nuestro país no son nuevas. No son del último año, ni de los últimos cuatro años.

Algunos datos ilustran esto claramente. Si tomamos los últimos 8 años, es decir los últimos dos períodos presidenciales, y comparamos el crecimiento promedio de Argentina con el de los países de la región, Argentina está en el podio de los países que menos crecieron. Esto es válido tanto para los primeros 4 años del período como para los últimos 4. Si miramos la inflación, mismo resultado. Argentina en el podio de los que tuvieron mayores aumentos de precios.

Vamos a los números. Entre 2008 y 2019, por ejemplo, el crecimiento habrá sido de sólo un 0,7% anual. Este es un muy mal registro. Es menos de la mitad del promedio de la región. Está por debajo del crecimiento de nuestra población. Año tras año, en promedio, cada argentino ve que su nivel de vida empeora. Aún peor, esto ocurrió con una inflación muy alta, de más del 30% en promedio. La inflación promedio en la región es de 5% anual.

¿Por qué ha sido malo el desempeño económico argentino en algo más de una década? Ya he hablado en varias oportunidades de los factores que han llevado a que los resultados económicos de estos 4 años hayan sido peores a los esperados. Se han combinado una situación inicial difícil, errores propios y un contexto internacional que se volvió más adverso en 2018. Podría también encontrar explicaciones similares para los cuatro años anteriores.

Sin embargo, creo que hay algo más fundamental que está fallando. Una de las dolorosas lecciones de la última década, en la que Argentina no creció, no logró bajar la inflación y tampoco logró bajar la pobreza, es que no hay esquema económico que pueda ser exitoso sin mínimos consensos políticos.

Por ejemplo, principios como el equilibrio fiscal intertemporal, tener una moneda sana y hacer más competitiva a nuestra economía para integrarnos al mundo deben ser políticas cuya continuidad no quede bajo un manto de dudas en cada elección.

Es muy difícil que las empresas inviertan, las personas planifiquen a futuro, y se edifiquen las bases para el crecimiento y el desarrollo si existe el riesgo de que la política económica de un país oscile como un péndulo, de extremo a extremo.

Más aún, la ausencia de consensos básicos conlleva riesgos que obliga a quien sí cree en esos principios a una mayor disciplina fiscal y prudencia monetaria. El diseño de la política económica debe internalizar este factor. No haberlo entendido así fue un error.

Déjenme darles una visión cautelosamente optimista sobre los consensos que mencionaba. He notado en esta campaña electoral cierto consenso en relación al tema del equilibrio fiscal. Se lo denomina de distintas maneras: algunos hablan de evitar el endeudamiento excesivo, otros de reducir el déficit fiscal. En el fondo estamos hablando de cosas similares.

Este consenso es valioso.

Sin embargo, como banquero central me veo obligado a advertir que el equilibrio fiscal y que no aumente la deuda neta no son lo mismo. Muchas veces en nuestro país se ha recurrido al Banco Central para financiar el déficit fiscal. Además, aún consensuando la importancia del equilibrio fiscal y evitando así tanto la deuda como la emisión excesiva, la forma en que se alcanza este equilibrio no es neutral para el crecimiento y el desarrollo. Importa tanto el nivel como la composición de los impuestos y gastos.

Por supuesto que cada uno podrá tener su preferencia sobre qué impuestos son más eficientes y justos, o qué partidas del gasto público son más necesarias. Pero, si al menos tenemos estas discusiones en un marco de acuerdo acerca de la necesidad de tener las cuentas públicas equilibradas habremos dado un gran paso adelante.

También tenemos que ponernos de acuerdo en que necesitamos ser competitivos e integrarnos al mundo. Las exportaciones no son un excedente, son el resultado de inversiones que requieren de un horizonte de previsibilidad. Creo que hemos hecho algún progreso en ese sentido en los últimos años. Entre 2016 y 2019 las exportaciones habrán crecido a un 2,5% anual, viniendo de una caída del 4,4% en los 4 años previos. Las perspectivas económicas de nuestro país serán mucho mejores si persistimos por este camino, y lo profundizamos.

Finalmente, quiero enfocarme en el tema monetario. En la necesidad de también en este sentido edificar consensos. Lo voy a decir en forma muy simple. Es imprescindible proteger los recursos de quienes ahorran en pesos. Para ello, las tasas de interés reales tienen que ser positivas. Todos sabemos que nuestra moneda es muy inestable y que nuestro sistema financiero es muy chico, incapaz de atender adecuadamente las necesidades de financiamiento de empresas y ciudadanos que quieren invertir o adelantar consumo. Ambos problemas son reflejo de cómo han sido perjudicados por años quienes depositaron en pesos. La desconfianza que esto ha dejado no se va a revertir de un día para el otro, pero solo lo lograremos persistiendo en este camino.

Decía antes que Argentina había tenido dificultades para encontrar consensos básicos acerca del funcionamiento de su macroeconomía. Sin embargo, hay una excepción destacable a esto y tiene que ver con el funcionamiento del sistema financiero.

Hace más de 15 años el Banco Central estableció regulaciones que limitan fuertemente la exposición de los bancos al sector público y dividió al sistema bancario en dos segmentos, dólares y pesos, casi totalmente aislados en la práctica. La regulación estableció también que en forma precautoria los bancos deben mantener niveles muy elevados de liquidez. Mucho más elevados que los estándares internacionales. Todas las administraciones desde entonces han respetado estos principios.

Este es un ejemplo de un consenso básico que sí hemos sabido construir y que protege a los ahorristas. Gracias a ello, y a pesar de la volatilidad de las últimas semanas, el sistema financiero está sólido.

Espero que este aprendizaje pueda ser trasladado a otros ámbitos. Como dije antes, el equilibrio fiscal intertemporal, tener una economía competitiva e integrada al mundo y la protección al ahorrista en moneda local son principios que deberíamos adoptar como sociedad. Es lo que necesitamos para empezar a crecer de manera sostenida, bajar la inflación y mejorar la calidad de vida de nuestros ciudadanos.

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