Miércoles 6 de marzo de 2019. En el marco del XVI Seminario Mercados Globales “Desafiando el Consenso”, el vicepresidente Gustavo Cañonero expuso sobre los desafíos y las oportunidades del nuevo esquema monetario en la Argentina.
El evento se realizó el 5 de marzo en Santiago, Chile. Seguido, las principales ideas de Cañonero en su disertación:
Después de varios meses de fuerte inestabilidad, la política monetaria enfrentaba en septiembre la necesidad de recuperar la confianza perdida y de volver a constituir un anclaje nominal para la economía. Fue necesario elegir un esquema monetario simple pero convincente, con un estricto compromiso sobre una meta controlable por el Banco Central. En consecuencia, se eligió el objetivo de crecimiento nulo para la Base Monetaria por nueve meses consecutivos, excluyendo el ajuste estacional de diciembre y junio. El principio es claro: sin pesos no puede haber un desorden nominal como el que se observó en el 2018.
El esquema monetario se complementó con la definición de una zona de libre flotación del tipo de cambio que incorporaba de posibilidad de intervenir en mercado cambiario siempre que el tipo de cambio saliera de esa zona, reforzando o relajando la restricción monetaria si el peso se depreciara o se apreciara, respectivamente, más allá de la zona de no intervención.
En todos los meses se sobre-cumplió la meta de base monetaria original, permitiendo que las tasas de interés buscaran el nivel demandado para equilibrar esa restricción de liquidez impuesta. Con el correr de las semanas, las tasas de interés fueron cayendo, reflejando una mejora en la perspectiva inflacionaria, menor volatilidad del tipo de cambio, y cierta recuperación de un ancla nominal.
La caída de las tasas de interés se aceleró con la entrada de flujos del exterior, y el BCRA introdujo en dos oportunidades, mediados de noviembre y de febrero, cambios normativos para corregir huecos regulatorios que exacerbaban las inversiones de cortísimo plazo.
Un menor flujo del exterior juntamente con un número de inflación mayor a lo esperado en enero generó una reversión en la demanda de pesos que finalmente volvió a empujar las tasas de interés a un nivel más acorde con la inflación observada.
La relativa mala sorpresa inflacionaria de enero estuvo relacionada con fuerte correcciones en algunos precios específicos. En particular, el índice de inflación núcleo que excluye el precio de la carne muestra que la inflación en enero hubiese seguido bajando con respecto a diciembre de no ser por el impacto de este único producto.
A pesar del sesgo antiinflacionario que tiene la política monetaria, la inflación sigue siendo alta. El esquema actual refuerza automáticamente su sesgo contractivo ante aumentos en el nivel de precios, ya que el valor real de la meta de base monetaria se reduce.
Aun así, el Banco Central consideró necesario reforzar este sesgo. La política monetaria actúa con rezagos, pero el Banco Central no puede ignorar el último número inflacionario y la reacción que esto generó en los mercados financieros y en la sociedad, y anunció una restricción monetaria adicional hasta mayo inclusive, preservando los niveles de sobrecumplimiento sobre la meta de base.
Los nuevos anuncios de política monetaria están orientados a moderar el impacto de la dinámica inflacionaria de corto plazo sobre las expectativas de inflación.
La principal misión del BCRA es reducir la inflación, que sigue siendo muy elevada. Esta autoridad monetaria considera que un estricto control de los agregados monetarios conducirá a este objetivo. La perseverancia y disciplina monetaria son indispensables para bajar la inflación y por ello el Banco Central está preparado para mantener este sesgo contractivo por el tiempo que fuese necesario.