Conferencia de prensa de Guido Sandleris

Miércoles 4 de diciembre de 2019. Guido Sandleris, presidente del BCRA, brindó una conferencia de prensa.

A continuación, su discurso:

Buenas tardes a todos:

Los convoqué hoy a esta conferencia de prensa por dos motivos.

En primer lugar, para informarles que, en el día de hoy, yo y quienes me acompañan estamos presentando la renuncia a nuestros cargos efectiva desde el 10 de diciembre.

En la mayoría de los países del mundo el mandato de las autoridades de los bancos centrales no coincide con la duración de los mandatos presidenciales. Esto permite que haya una continuidad de la política monetaria independientemente de los resultados electorales. Este diseño institucional es uno de los elementos importantes que ha contribuido a que la mayoría de los países del mundo pueda vivir desde hace tiempo con baja inflación.

En nuestro país, más allá de que la ley así lo establece, esto no sucede. La tradición en Argentina es que al elegirse un nuevo gobierno, éste designe también a nuevas autoridades en el Banco Central.

Subyacente a esta tradición creo que se encuentra algo que ya he mencionado varias veces: la falta de un consenso básico acerca de la importancia de construir una moneda sana y, especialmente, acerca de cómo lograrlo.

Quizás una de las frustraciones de esta experiencia liderando el Banco Central es no haber logrado avanzar significativamente en construir este consenso. Deseo que las futuras autoridades logren hacerlo y rompan así con esta tradición.

En este contexto considero que nuestra renuncia allana el camino para que el Presidente electo cuente con absoluta libertad para designar a quienes crea adecuado para implementar su plan económico, incluyendo su política monetaria y cambiaria.

Desde ya, como dije el primer día después de la elección, quienes él designe contarán con nuestra total colaboración en la transición.

Quiero agradecer al Presidente Mauricio Macri por la confianza puesta en nosotros para desempeñar estos cargos. Quiero también hacer público mi reconocimiento a los directores que me han acompañado durante este año, así como a todo el personal del Banco por su compromiso y su trabajo en este período que ha sido tan complejo.

El segundo motivo de esta conferencia es hacer un breve análisis de la situación actual de la economía argentina y de este año y algo más de dos meses en los que he conducido el Banco Central.

Sé que no han sido tiempos fáciles para los argentinos. Nuestra economía sigue en recesión, la inflación se ha elevado y hemos vivido meses de fuerte volatilidad financiera.

Producto de circunstancias adversas y errores cometidos, los resultados económicos están, sin duda, por debajo de lo esperado.

Lamentablemente, en nuestro país, esto ha sido la regla y no una excepción. Los argentinos llevamos ya muchos años sin poder resolver los problemas que afectan nuestra economía.

Algunos datos lo ilustran claramente. Si tomamos los últimos 8 años, es decir los últimos dos períodos presidenciales, y comparamos el crecimiento promedio de Argentina con el de los países de la región, nuestro país está en el podio de los países que menos crecieron. Esto es válido tanto para los primeros 4 años del período como para los últimos 4.

Si miramos la inflación, mismo resultado. Argentina en el podio de los que tuvieron mayores aumentos de precios.

Son años y años ya de desencantos económicos. ¿Podemos, los argentinos, dar vuelta esta situación? Aún en un contexto complejo como el actual, hay algunos elementos que permiten creer que esta situación puede comenzar a revertirse.

En primer lugar, se han corregido algunos importantes desbalances que nuestra economía arrastraba desde hace años. Estamos muy cerca de lograr el equilibrio fiscal y externo. Este año el déficit fiscal primario será de aproximadamente 0,5% del PBI y el déficit externo de menos de 1% del PBI. Quizás haber reestablecido estos equilibrios sea el mayor logro de este gobierno en el área económica.

Decir que avanzamos al haber corregido estos desequilibrios, no implica desconocer que estamos atravesando una recesión con alta inflación que se inició hace más de un año y medio. Sin embargo, enfatizo la importancia de estar alcanzando el equilibrio fiscal y el equilibrio externo ya que su ausencia, combinación de condiciones preexistentes y demora en corregirlas, fue la causa principal de la crisis que atravesamos en este último año y medio.

Consolidar los equilibrios gemelos resulta clave para evitar que períodos como este se repitan y, para que de una vez por todas, logremos crecer en forma sostenida.

Quiero detenerme un momento en la calidad del equilibrio fiscal. No es indistinto para la productividad y la competitividad de una economía la forma en que se alcanza el equilibrio fiscal. Déjenme dar un ejemplo hipotético, una economía en donde se financia gasto improductivo con impuestos a la innovación será seguramente menos competitiva que una que alcance el equilibrio fiscal sin estas distorsiones.

En estos últimos cuatro años, después de más de una década de aumento casi ininterrumpido del gasto público, comenzó a reducirse el peso del mismo en la economía. Entre 2015 y 2019 el gasto primario consolidado bajó de 40,2% del PBI a 33,7%.

Debemos seguir haciendo más eficiente el gasto público para construir una economía más productiva y con equilibrio fiscal.

Un segundo elemento que puede ayudar a dar vuelta años de desencantos económicos es que el Banco Central cuenta con más reservas internacionales y menos pasivos remunerados y monetarios.

El Banco Central tiene en este momento casi el doble de las reservas internacionales brutas que las existentes en diciembre de 2015, y un múltiplo aún mucho mayor de reservas netas.

Los pasivos remunerados del Banco Central (ahora compuestos por Leliq y Pases) se han reducido sustancialmente en términos del PBI. Son menos de la mitad del máximo que alcanzaron a mediados de 2018 y están por debajo del nivel que tenían a fines de 2015.

Está claro que los resultados en términos de inflación no han sido los deseados, pero la política monetaria prudente deja un punto de partida que puede ser aprovechado por el gobierno entrante para el lanzamiento de un plan antiinflacionario. La política de crecimiento cero de la base monetaria implementada durante casi un año ha eliminado buena parte del exceso de liquidez que había en nuestra economía.

La política monetaria prudente también se vio reflejada en la tasa de interés real positiva que recibieron los ahorristas casi ininterrumpidamente durante el último año. Mantener una tasa de interés real positiva es clave para fomentar el ahorro en nuestra moneda cuidando al ahorrista.

La tasa real positiva y la corrección de los excesos de liquidez preexistentes han permitido que la brecha entre el tipo de cambio oficial y el paralelo se mantenga en niveles relativamente bajos.

Como dije muchas veces, el control de cambios permite algo más de flexibilidad en la política monetaria pero esto, como todo, tiene sus límites. Ningún control de cambios puede reemplazar a una política monetaria consistente.

También ayuda a mantener la brecha en niveles acotados que el tipo de cambio real está en niveles competitivos.

El control de capitales no es hoy una herramienta para mantener un tipo de cambio artificial. Por el contrario, el tipo de cambio real actual es consistente con un superavit comercial.

Viendo que el nivel de la brecha cambiaria es acotado y el tipo de cambio es competitivo, es válido preguntarse por qué fue necesario introducir el control de capitales.

Tuvimos que hacerlo para proteger a una economía real débil de la volatilidad financiera. La ausencia de consensos políticos sobre principios económicos básicos generó, durante el proceso electoral, una fuerte salida de los activos argentinos.

Para ilustrar el efecto que esta falta de consensos puede generar en la economía basta con analizar la reacción de los mercados luego de las PASO. El mismo 12 de agosto, en un par de horas se triplicó el riesgo país, las empresas argentinas cotizantes en bolsa perdieron la mitad de su valor y el tipo de cambio se depreció más de 20%. Esta incertidumbre continuó durante todo el período electoral.

He rescatado la importancia de haber corregido los desequilibrios fiscal y externo, de haber aumentado las reservas y reducido los pasivos remunerados del BCRA, de haber casi eliminado el “exceso de pesos” en nuestra economía y de cuidar al ahorrista, y de haber eliminado las distorsiones en los precios relativos que nos permiten ser más competitivos. Sin embargo, ello no implica desconocer que el contexto actual es complejo y que hay grandes desafíos por delante.

El contexto actual es complejo porque como ya dije llevamos más de un año y medio en recesión, la inflación ha subido y la volatilidad financiera ha sido muy alta.

El gobierno entrante enfrentará desafíos importantes. Consolidar el sendero hacia el equilibrio fiscal intertemporal, reperfilar la deuda pública y renegociar con el Fondo Monetario son algunos de los desafíos de corto plazo. Está claro que esto no es tarea sencilla.

Finalmente, espero que los argentinos podamos seguir avanzando en la construcción de consensos económicos básicos. Consolidar el equilibrio fiscal intertemporal, construir una moneda sana y hacer más competitiva nuestra economía para integrarnos al mundo, constituyen buenas prácticas económicas a las que deberían apuntar todos los gobiernos más allá de su color político.

Sería un gran paso adelante para nuestro país lograr que la alternancia política no ponga en duda estos principios económicos básicos. Dar este paso constituirá un punto de partida para que nuestro país retome el rumbo del crecimiento sostenido, la baja inflación y la reducción de la pobreza.

Muchas gracias.

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